José Miguel Benavente

Laboratorios naturales

Por: José Miguel Benavente | Publicado: Miércoles 29 de enero de 2014 a las 05:00 hrs.
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Durante la semana recién pasada, un grupo de científicos, empresarios, periodistas, políticos y académicos tuvimos la oportunidad de visitar la zona del Canal Beagle, en el extremo sur del país. La travesía organizada por el Consejo Nacional de Innovación (CNIC) buscaba evaluar in situ la zona subantártica chilena, como un potencial laboratorio natural del país. Pero, ¿qué es esto de laboratorio natural?.

El concepto fue acuñado por José Miguel Aguilera, Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y reciente presidente de Conicyt, analizando el caso de la astronomía en el norte del país. La idea es muy sencilla y de allí su fuerza. Son lugares geográficos que poseen características únicas en el mundo especialmente atractivos para el desarrollo de ciencia de frontera anclada a ellos. Es el caso de algunos parajes del norte chileno que poseen los cielos más cristalinos de planeta, en grandes explanadas ubicadas a más de 3 mil metros de altura suficientes para instalar varios telescopios astronómicos de gran envergadura.

Uno de sus atractivos es el desarrollo de entornos científico/tecnológicos con alto impacto económico, social y cultural tanto local, nacional como internacional y que son posibles gracias a la existencia de estos enclaves naturales. Demás está decir que no tuvimos mucho que ver con la formación de estos lugares aunque sí podemos influir en el aprovechamiento de ellos para generar estos resultados.

El mundo público siempre ha estado muy presente en dichos desarrollos ya sea financiando, coordinando, promoviendo, complementando el accionar del mundo científico nacional y en particular el internacional. Pero también hoy en día el mundo privado ha comenzado a jugar un rol complementario buscando generar oportunidades a partir de actividades como servicios de ingeniería, transmisión de datos, turismo científico, hotelería, alimentación, por mencionar algunos. Ello no ha sido el resultado del azar, sino de un accionar proactivo de las autoridades, de los privados y de los científicos.

Uno de los aspectos que más me atraen de los laboratorios naturales, no es solo la gran oportunidad de crear valor en el sentido social del término, al aprovechar una dotación natural para buscar la generación de nuevo conocimiento, de oportunidades tecnológicas, de innovación como también de actividad económica, sino principalmente pues despersonaliza la actividad científica.

Los laboratorios naturales representan inherentes espacios colectivos de colaboración en la generación de nuevo conocimiento. Su desarrollo requiere de la confluencia de varias disciplinas científicas, de grupos nacionales y extranjeros, de una amplia oferta de proveedores tecnológicos, de infraestructura como de servicios en general, en un espacio de interacción recurrente anclado a zonas geográficas complejas. Constituye un atractor formidable para el establecimiento de dichos grupos donde el componente tácito del conocimiento, aquel contenido en las personas, exige que se encuentren cara a cara en el terreno. En el laboratorio natural.

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